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André Cravioto - Registros del amanecer


Con un proyecto tan punk como lo es Jam de Morras, que en enero de 2020 realizó su primer evento en Punto Gozadera, no imaginaba que iba a encontrar tanta ternura radical en el álbum debut de André Cravioto, sin embargo cuando platicas con la baterista todo tiene sentido, más si has seguido de cerca sus diversas colaboraciones, la experimentación con la que ha extendido redes con diversos ensambles y el acompañamiento a La Cuervo, Luisa Almaguer y Marion Raw, súmale que al hablar de sus múltiples referencias menciona voces de aquí y de allá, ser tanto reina como rey del pop, revelando pasión por diversos géneros y eras, ahí es donde el shuffle sonoro difumina los límites de las anteriores generaciones.



Jam de Morras dio pie a muchas cosas, “no solo quedó en las músicas, no solo quedó en las intérpretes, sino que a partir de ese evento yo también empecé a conocer... conocí tu proyecto, a la Chingona Sound, a las Musas Sonideras, a la (Colectiva) Tsunami, a Las Montoneras, morras que también ya venían trabajando desde hacía varios años el tema de la igualdad, la visibilidad, la difusión de morras... llegó con una onda muy punk. Más que política, al principio, yo quería que se se viera punk, morras revelándonos, haciendo ruido, muy rudo, creo que incluso agresivo y no en un mal sentido, sino como hasta aquí llegamos, es nuestro momento”.


Desde el primer encuentro con 'Registros del amanecer' se percibe una búsqueda que solo se puede escuchar como un concepto completo. Lo que pudo ser una serie de interludios de improvisación o incluso otra serie de canciones registradas en el teléfono móvil, se concretó en una serie de historias de “sanación y transitar estos estados compasivamente”.


Los ocho cortes de experimentación sonora, jazz y hasta spoken word nacieron en dos semanas de grabación en Guadalajara, extendidas en la CDMX en compañía de Alda Arita, Samantha Canchola y constante influencia del disco 'Lomas Verdes' de No Somos Marineros, “es una banda que yo escuchaba cuando tenía 14 o 15 años... el concepto del disco es genial porque todas sus rolas están ligadas... eso a mí me fascinó, yo ya tenía claro que mi primer material tenía que ser una historia así, porque me encantaba ese concepto”.


El álbum es parte de un proceso que también inició con Jam de Morras, que evento integrador de músicas en un plano horizontal evolucionó a una colectiva que se enlaza con muchos otros proyectos. Observando a la distancia, tanto la Jam como el álbum podrían ser únicamente un impulso político y social, pero ambos proyectos son un conjunto de necesidades que encuentran respuesta en la música desde “un lugar compasivo, amoroso”, donde además de crear comunidades se puede realizar un desborde emocional en una batucada en 8M o después de grabar cada canción, por eso no es gratuito que la reflexión sea de amanecer y no un atardecer.


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