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Metalhead, la única cura para el duelo



Si partiéramos de las palabras con las que se relaciona comúnmente al metal (agresividad, hipermasculinidad, odio, satanismo) para definir la película Metalhead, perderíamos también la perspectiva de un género que en muchas ocasiones se sumerge en sentimientos de tristeza y aislamiento, aunque desde un ángulo particular que las personas ancladas en los estereotipos no han logrado comprender.

La banda sonora del solitario, la catarsis y la saludable válvula de escape de la película Metalhead, un poderoso retrato del duelo donde el único tratamiento posible es el metal, que a través de sus diferentes vertientes nos permite entender la naturaleza subjetiva del dolor y la autodestrucción. En lugar de propaganda negativa y temerosa, Metalhead habla profundamente de esta especie de catarsis musical, permite la exploración matizada de las profundidades de los seguidores del metal y la manera en que una relación con un tipo específico de arte puede definirnos.

Metalhead aprecia la cultura del metal, pero la observa de forma sensible a través de sus múltiples contradicciones. El filme olvida los efectos especiales y personajes caricaturescos que también acompañan al género, ofrece una mirada profunda a la vida de personas muy ordinarias tocadas por la tragedia y rehabilitadas por el metal.

Ambientada en los años 90, la historia se centra en Hera, una adolescente en Islandia (Thorbjorg Helga Þorgilsdóttir) que ve a su hermano mayor morir en un accidente en un sembradío; la violenta escena la deposita en el heavy metal. Rápidamente adopta el estilo de vida que alguna vez perteneciera a su hermano y que algunos años después la impulsará a realizar sus propias grabaciones cargadas de la devastación interna que inició con la eliminación de su identidad, la adopción de la chaqueta de cuero de su hermano y la quema de su propia ropa, un ritual que realiza en soledad para erradicar su identidad anterior.

Años más tarde, la joven Hera se ha convertido en una obsesiva del metal, estudiando detenidamente fanzines, haciendo mixtapes de Judas Priest y Dio, llevando su amplificador ante la tumba de su hermano, tomando trabajos temporales recogiendo basura o en el matadero de ganado local, todo el tiempo escuchando metal en su walkman a volúmenes normalmente reservados para conciertos de Motörhead. Continúa sumergida en la ropa de su hermano Baldur, canaliza su ira en un estereotipo abrasivo, su actitud agrieta cualquier relación con el resto del pueblo mientras ella misma se pierde en su interior. Se hunde rápidamente al igual que sus padres, que a pesar de tener más éxito en construir una fachada, se pierden en su dolor. Cada miembro de la familia estás atrapado en su propio aislamiento.

Desde la primera escena de Metalhead se establece un largo invierno, el paisaje pastoral lleno de paz se vuelve frío después de un momento de violencia impactante, el cuero cabelludo ensangrentado aleteando alrededor de los engranajes expuestos de una trilladora colocan al público en el estado de estupefacción que requiere comprender este filme. La película basa su esencia en la búsqueda de Hera y el poder de una comunidad a través del heavy metal clásico, históricamente enmarcado por las quemas de iglesias y la violencia de la escena del black metal en los años 90, para entender el dolor de la protagonista.


El filme parte de la subcultura del metal, pero logra relacionarlo con temas de auto-odio y la culpa en primer plano traducida en solos de batería y riffs de guitarra. El director Ragnar Bragason utiliza sabiamente los tonos oscuros de la música y el sentimiento antirreligioso para contextualizar los arranques agresivos de su protagonista. Todo en Metalhead habla de melancolía y furia que no recibe el canal adecuado, pero encuentra sus propios momentos de comedia al colocar a Hera en el contexto equivocado, el slam en medio de parejas que danzan en armonía en una fiesta local, el concierto ante un público de vacas atónitas y la improbable cantidad de cinturones que se debe quitar para poder desvestirse hacen que la película encuentre momentos de ligereza en la extrema depresión que a veces encamina Symphony Of Destruction de Megadeth.

Metalhead crece como una película profundamente emocional, de narración impresionista y con una trama que se basa en incrementos. Cada momento es apilado en la parte superior del siguiente para crear una especie de cuento de aserción que parte de una profunda herida y el carácter complejo e impredecible de la protagonista. El recorrido de Hera es de una auto-realización y auto-expresión infinitamente dolorosa, profundamente vulnerable e intensamente fuerte, a menudo en el mismo momento. Su comportamiento la mayoría de las veces resulta tanto dulce como errático.

La música es sumamente importante en la historia, sirve a Hera como escape y ancla, es el medio para expresar, limpiar y curar. Permiten que muestre su afecto al hacer cintas mezcladas, dirige su aflicción hacia su hermano al aprenderse sus canciones favoritas, pero también es un medio de expresión personal al crear sus propias composiciones inspiradas por Venom, Celtic Frost, Iron Maiden, Judas Priest y Scorpions.

Ragnar Bragason examina ambos lados del dolor a través de la relación con la música, es el medio para realizar observaciones profundas de lo que rodea a la protagonista. La conducta antisocial de Hera se contextualiza por su sentido primordial de ser incomprendido y, al encontrarse en un paisaje nórdico que parece incubar el metal más extremo, realiza una conexión más amplia a nivel emocional. El director cuenta la historia de esa familia con un toque incisivo, pero busca la curación de Hera y sus padres. No es un proceso sencillo y rápido.

Metalhead es una poderosa película sobre conexiones, que sin llegar a sermonear, dibujan en cuestión de momentos la salvaje personalidad de Hera, el dolor de sus padres y la tolerante comunidad que hasta en los momentos más críticos de la historia del black metal, logra comprender que su devoción por el metal es en última instancia una manera de no apagar el fuego de su dolor, porqué su pasión por el género se centra en su capacidad de curar.


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