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Festivales 100%, una historia que va más allá de los 90

La historia de las mujeres y disidencias en la música siempre la observamos a corta distancia, frecuentemente nuestra mirada no va más allá de la década de los 90, por un lado porque es la década donde se obligó un cambio en el registro, y por el otro curiosamente a partir del boicot mediático del movimiento riot grrrl y el periodismo realizado al interior del movimiento, se buscó garantizar que la historia se contara con sus propias palabras.

Desde Sonoridad continuamente se insiste en el conocimiento de esta historia, para evitar repetir lugares comunes que provienen de narrativas deficientes, sin un trabajo de compensación histórica o de corto alcance, ese es el caso de los festivales 100%, nos cuentan que es el primero (omitiendo que trabajamos sobre los hombros de otras) o tomamos como referencia lo reciente y validado por obligación histórica, como es el caso de Lilith Fair, el gran evento itinerante de los 90 que tiene una bella historia oral recopilada por Jessica Hopper, Sasha Geffen y Jenn Pelly. Para muchas es el principio, pero cuando exploramos más allá, logramos localizar un posible origen y nuevo punto de referencia en nuestra genealogía en los eventos masivos.


Tomando el impulso de la segunda ola feminista, en la década de los 70 surgieron en Estados Unidos festivales de música realizados por y sobre músicas, reuniendo a mujeres aficionadas al folk, rock y punk y activistas políticas durante varios días de conciertos, comedia, talleres y manualidades, principalmente en campus universitarios, que le heredaron características muy específicas a nuestros festivales de la actualidad, donde siempre se busca interactuar en comunidad a partir de saberes y oficios compartidos.

Bajo la influencia de la retórica y la política lesbiana-feminista de las décadas de 1970 y 1980, fueron la influencia directa de los eventos de Rock Against Sexism y Rock tegen de Rollen en los 80, Ladyfest y Lilith Fair en los 90.

En 1974, Kristin Lems, una activista feminista heterosexual, inició el primer gran festival de música para mujeres: National Women's Music Festival (NWMF), activo hasta la actualidad. La exposición de muchas artistas lesbianas nuevas pronto fue igualada por el Michigan Womyn's Music Festival (MWMF), aún más radical, fundado en 1976 por Lisa Vogel, que entonces tenía diecinueve años.

MWMF rápidamente ganó notoriedad como "el" festival lésbico debido a su enorme tamaño (casi diez mil mujeres asistieron en 1982), en un período de quince años después de su creación, se establecieron festivales similares, aunque más pequeños, en más de veinte estados, llenando el calendario desde el fin de semana del Día de la Madre en mayo hasta el Día del Trabajo en septiembre.


La mayoría de los festivales siguieron un formato similar, presentando un escenario diurno que presentaba a artistas menos conocidos, generalmente no remunerados, seguido de talleres, un escenario nocturno con cabezas de cartel más conocidas, bailes disco y country/western, y rituales espirituales centrados en diosas y círculos de tambores.

A lo largo de sus ediciones MWMF logró un balance de estilos, desde rock hasta folk, jazz, blues y percusión. El 21 de abril de 2015 celebraron su 40 aniversario, también fue su última edición.


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