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Autora_ Lashenka Modelo_ DJane Yxmi |
Por: Milothicc, DJ y conductora de Cadencia Ancestral
Las mujeres hemos sido relegadas en todos los gremios posibles, y la música —específicamente el reggaetón— no ha sido la excepción. Nuestras aportaciones y nuestra misma existencia en el género han sido criticadas, juzgadas e invisibilizadas desde todas las trincheras posibles: como DJs, como managers, como bookers, como ingenieras de audio y en todas las disciplinas en las que nos hemos atrevido a formar parte. No es coincidencia que a la fecha podamos casi que contar las exponentes femeninas RECONOCIDAS internacionalmente con los dedos de las manos y que todas las demás hayan quedado en el olvido, que hayan tenido que dejar sus sueños cuando se convirtieron en mamás, que hayan querido dejar de cantar porque su productor se aprovechó de ellas, entre muchas otras historias.
La figura femenina en el reggaetón ha estado presente desde el inicio, pero no como protagonista, sino como objeto. No es difícil encontrarnos a las mujeres en el reggaetón: estamos en los videos, en la parte de atrás, en las canciones que hablan sobre nosotras, que nos alaban o nos desprecian, que explican cómo conquistarnos o cómo domarnos, que cuentan a detalle de qué manera nos van a coger o cómo nos van a golpear.
Pero, ¿Dónde estamos nosotras contando nuestra propia historia? ¿Dónde están nuestras voces cuando se trata de dirigir, de tocar, de producir, de decidir?
Y cuando logramos estar ahí, cuando conseguimos un espacio en esta industria, ¿qué nos dicen? Que no llegamos por nuestro talento. Que no lo hicimos solas. Que si eres DJ, es porque tu novio te enseñó. Que si eres cantante, es porque tu productor te hizo. Que si te firmaron, no fue por tu talento, sino porque te acostaste con el A & R. Que si te ponen en un lineup, no es porque lo mereces, sino porque eres “la cuota de mujeres” o porque alguien te ayudó, que es porque estás bonita o porque enseñas tu cuerpo cuando tocas. Nuestra disciplina y nuestro esfuerzo siempre tienen una sombra: la duda de si realmente lo logramos por nosotras mismas o si se lo debemos a un hombre.
Nos dicen que el reggaetón nos empodera, pero al mismo tiempo seguimos viviendo en una industria donde no somos suficientes. Nunca cantamos lo suficientemente bien, nunca producimos mejor que ellos, nunca mezclamos con la suficiente habilidad, nuestras barras no son lo suficientemente complejas… O, por el contrario, son demasiado. Demasiado sexuales, demasiado explícitas. Nos dicen que no podemos escribir sobre cómo nos gusta el sexo, pero ellos sí pueden dictarnos cómo nos van a tomar y cómo nos van a dejar. Somos objeto de crítica por andar muy tapadas pero el canon es que las latinas reggaetoneras enseñamos y somos muy sexuales, pero entonces nos convertimos en putas, fáciles, no somos mujeres que tomarían en serio. Nos cuestionan por exigir nuestro espacio, por querer hacerlo nuestro, por desafiar la narrativa impuesta.
Pero lo que muchos ignoran, o prefieren ignorar, es que el reggaetón también nos pertenece. No solo porque hemos sido parte de él desde sus inicios, sino porque sin nosotras, el género no existiría en la forma en la que lo conocemos. La estética, la moda, los bailes, las dinámicas de club, las letras, la inspiración misma de muchas canciones surgen de nosotras. Nosotras le hemos dado vida al reggaetón desde múltiples trincheras, pero ha sido una industria que ha querido arrebatarnos la autoría y el derecho de disfrutarlo en nuestros propios términos.
Y sin embargo, aquí estamos. Desde pioneras como Ivy Queen o Krysstal LMP quienes tuvieron que pelear por su lugar en un movimiento dominado por hombres y demostrar una y otra vez su talento, hasta exponentes como Glory y Jenny La sexy voz, quienes no solo han conquistado la escena, sino que han redefinido lo que significa ser mujer en el reggaetón. También están DJs como DJ orgy o DJ Alexa, que abrieron espacios para el underground femenino, y productoras como DJ Rosa Pistola y Cachirula, que han demostrado que las mujeres no solo pueden ser intérpretes, sino también arquitectas del sonido que mueve al mundo.
El reggaetón es una disyuntiva constante para nosotras. Nos movemos entre la contradicción de ser parte de un género que nos ha usado como adorno y, al mismo tiempo, de reclamarlo como nuestro. Pero aquí estamos. Y nos estamos congregando. Porque más que preguntas, tenemos respuestas. Más que barreras, tenemos caminos por abrir. Más que un sitio que nos quieran asignar, tenemos un sitio que estamos tomando.
Nos han dicho muchas veces que no era nuestro lugar. Nos han llamado intrusas, nos han minimizado, nos han cuestionado más de lo que nos han escuchado. Pero aquí estamos. No porque nos hayan dado permiso, sino porque nosotras mismas nos lo otorgamos. Porque la música, el arte, la palabra y el ritmo no tienen dueños, y mucho menos fronteras inquebrantables.
Hoy, este espacio es para hablar, para escucharnos y para seguir construyendo juntas. Porque el reggaetón, como la vida, no se trata solo de quién tiene el micrófono, sino de quién se atreve a tomarlo.
Esto se lo dedico a todas mis amigas en la industria, no tienen idea de cuánto las amo y significan para mí.
También se lo dedico a quienes no son mis amigas y con quienes no me llevo bien, incluso a aquellas que me caen mal porque todas sin importar nuestras diferencias nos merecemos y nos hemos ganado nuestros lugares.
Publicado originalmente en Gnesis Mag, reproducción con autorización de la autora
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