Crónica del conversatorio realizado en el Centro Cultural El Rule durante la novena edición del Sirenas Fest
El 26 de noviembre, en el Centro Cultural El Rule, en el marco de la novena edición de Sirenas Fest —festival creado y sostenido por la investigadora, escritora y música Tere Estrada— se realizó el conversatorio donde se habló del 2025 de forma individual y colectiva. Como cada año, el Sirenas Fest no sólo convoca a conciertos y talleres, sino a un espacio imprescindible de reflexión colectiva donde mujeres de distintas generaciones y escenas narran sus procesos, tensiones y conquistas dentro de la música.
Este año, la conversación reunió a roqueras, sonideras, sociólogas, raperas y creadoras que desde distintos frentes han tensionado la industria musical mexicana desde otros ecosistemas. La mesa dejó ver un diagnóstico compartido: el 2025 ha sido un año complejo, pero también un año donde la colectividad se convirtió en un salvavidas político, emocional y creativo.
Un panorama que se mueve: avances, retrocesos y luces encendidas
La rapera y gestora Ximbo abrió señalando que 2025 ha sido “difícil”, aunque no en un tono derrotista, sino como quien reconoce un terreno movedizo: menos audiencias en algunos festivales, cambios en las dinámicas de consumo y la insistencia de una industria que todavía no garantiza condiciones estables. Aun así, sostuvo que hay una “lucecita al final del túnel” y que las redes entre mujeres, construidas con años de trabajo, ya no se van a romper.
La sonidera Marisol Mendoza coincidió. Su año estuvo lleno de vaivenes: crecimiento colectivo, descubrimientos dentro de la escena hermana del reggae y el nacimiento de Amplificadas a partir de una red de trabajo con Colombia. Recordó una frase que resuena entre las sonideras: “la falta de audiencia también es violencia”. En 2025 lo vivió de forma directa, enfrentando la irregularidad del público y, aun así, sosteniendo un tejido que no se cae.
En su intervención, Tere Estrada habló con claridad de ese mismo doble filo. Por un lado, celebró el festival del 1 de marzo en el Monumento a la Revolución, una jornada histórica donde roqueras de distintas generaciones honraron a sus ancestras interpretando versiones propias de canciones emblemáticas. Por el otro, reconoció la dificultad creciente para girar, conseguir patrocinios o mantener proyectos a flote en un ecosistema que sigue apostando por lo local y por lo inmediato. Pese a ello, el reconocimiento institucional que ha recibido en los últimos años —la medalla Hermila Galindo en 2023 y el reconocimiento del Senado en 2024— confirma no sólo su trayectoria, sino la capacidad de resistencia que ella y sus contemporáneas han sostenido.
Cuando lo personal también es político: experiencias desde el 2025
Las reflexiones de Laura de Ita fueron especialmente reveladoras. El 2025 le pareció “difícil y hermoso” al mismo tiempo. Habló de la saturación de festivales donde, pese a la preparación y la trayectoria, “sigue habiendo pura banda machina”. Compartió un episodio contundente: su baterista renunció tres días antes de tocar en un evento del 25N por “pequeñas violencias que para los hombres no son violencia, sino normales”. Este gesto, lejos de paralizarla, la llevó a mirar de nuevo lo estructural.
Aun así, la integrante de Las Luz y Fuerza subrayó un cambio generacional esperanzador. Su sobrina de 8 años, que toma clases de batería, crece en un país donde ya vio a una presidenta. “A mí no me tocó eso”, dijo, reconociendo que este hecho simbólico modifica imaginarios, permisos y posibilidades. Para ella, aunque persisten obstáculos, hoy hay “menos miedo y más unión”.
La actriz y cantante Penny Pacheco complementó esa idea con una lectura honesta: energéticamente, la música siempre ha sido un refugio, pero gestionarla y sostenerla como oficio es arduo. “No hay un lugar donde me sienta más libre que arriba del escenario”, afirmó. Sobre la colectividad, fue clara: no se trata de ser mejores amigas, sino de procesos personales que se comparten con respeto. En sus palabras, “la colectividad nos está haciendo estar mejor”.
Nuevas generaciones: entre derechos ganados y escenarios por disputar
Durante el conversatorio también se habló del relevo generacional. Ximbo sostuvo que para las artistas jóvenes el camino “es un poco más sencillo” porque ya hay volumen, antecedentes, archivos, nombres y genealogías que antes no existían. Eso no elimina las dificultades, pero sí transforma la forma de enfrentarlas: ya no están solas.
Tere Estrada destacó que las nuevas generaciones están más conectadas con su cuerpo, con su libertad y con sus decisiones sobre su apariencia. Observó algo esencial: hoy, en los festivales, es común encontrar módulos de salud, pruebas de VIH, acompañamiento para aborto seguro y mesas informativas. En su juventud eso era impensable. También celebró la presencia creciente de mujeres ingenieras, técnicas de escenario y líderes de producción: roles históricamente negados.
La colectividad como práctica, no como discurso
Quizá el eje que articuló toda la conversación fue la colectividad. No como una consigna, sino como un esfuerzo cotidiano lleno de contradicciones.
Ximbo recordó que en 2006, ante la ausencia de invitaciones de parte de los hombres en el rap, surgió Rimas Femeninas. “Hicimos porque no nos invitaban”, dijo. Sus shows en el Multiforo Alicia demostraron que sí había audiencia para escucharlas y que la autogestión podía abrir puertas que la industria mantenía cerradas.
La Musa Mayor relató su propio tránsito: a pesar de crecer en un ambiente sonidero, no conoció a una mujer sonidera hasta los 30 años. La falta de colectividad era tan real como el recelo entre las pocas mujeres que existían. Después, el Proyecto Sonidero la acercó a las colaboraciones mixtas, y más tarde, junto a Mariana Delgado, impulsó una colectiva de mujeres sonideras. El reto no sólo fue técnico: también implicó acompañar a mujeres con “dificultades domésticas” para sostener su participación. Hoy ese espacio es un referente.
Tere Estrada retomó su propia historia: haciendo un hermoso recorrido por esos primeros festivales y encuentro con las mujeres al centro, sus primeros encuentros de roqueras en los noventa, el nacimiento del Sirenas Fest en y su participación en colectivas como Mujeres en Fuga o El Palomar, esta última nacida en un ensayo con Mon Laferte en 2020. Compartió que incluso han tomado “cursos de terapia grupal” para aprender a trabajar juntas sin desfondarse y comunicarse acertivamente.
Conclusiones: un futuro que se sostiene entre manos
El conversatorio cerró con una certeza compartida: el camino de las mujeres en la música no es lineal, pero sí es acumulativo. Cada red, cada alianza, cada festival y cada archivo construyen futuro.
Ximbo sintetizó el espíritu de la jornada: la colectividad no exige amistad, sino respeto y procesos personales que se ponen al servicio del grupo. Marisol añadió que “sin antecesoras no hay sucesoras”, recordando el surgimiento del Musafest, un festival de mujeres solidarias que hoy integra a 80 participantes.
Tere Estrada reafirmó su compromiso con el Sirenas Fest, que en esta novena edición continúa sumando proyecciones, conciertos intergeneracionales y un taller de voz y autoestima, entendiendo que ninguna colectividad se sostiene sin fortaleza interna.
Laura de Ita cerró con un deseo: reconocerse, trabajarse y evitar caer en la competencia que históricamente ha dividido a las mujeres en la música. Celebró ver a más instrumentistas, más ingenieras de audio y más mujeres en puestos técnicos. Ese avance, aunque frágil, es también irrefutable.
Un 2025 complejo, pero con un horizonte abierto
Si algo dejó claro el conversatorio es que 2025 no será recordado sólo por sus dificultades, sino por la madurez colectiva que permitió enfrentarlas. La industria sigue siendo desigual, pero las mujeres han tejido una red tan sólida que incluso en los momentos más inciertos sigue sosteniendo. La colectividad —esa palabra que a veces se desgasta en el discurso— aquí se vuelve práctica, herramienta y refugio.
Desde el escenario, la cabina, la consola, el archivo, el festival o la calle, las mujeres en la música continúan ensanchando su propio camino. Y aunque no siempre sea recto, hoy está acompañado, nombrado y lleno de referentes que no se van a perder.


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