SonoridadMX nació el 25 de noviembre de 2019. No fue coincidencia, aunque tampoco fue una decisión programada: fue un impulso gestado en el 2004 cuando escribí mi primer serie de mujeres en la música y el director de la revista me llamó para decirme que no era un tema de importancia. Un comentario al que se le fueron acumulando con los años "lo publicamos cuando sea oportuno", "ya no cabe otra" y otras frases que ahora reflexiono con otro conjunto de herramientas. Durante 20 años escribí de una narrativa que me excluía como mujer, pero me iba colocando en mejores puestos como periodista y ni así logré tanto como con este proyecto, que nace también de un periodo de resiliencia después de la violencia en el puro, total y absoluto machín.
Cada gesto me trajo a la construcción de mi propia burbuja, donde cada vez entran más mujeres que también encuentran la rabia, la obsesión por la música y la necesidad de hacer archivo como un arma contra los sistemas que insisten en borrarnos. Nacer el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer no convirtió al proyecto en una manifiesta —solo reveló una que ya existía en cada canción que programé en Slow Fizz, cada artículo y cada nombre que logré colar en algún medio, cada momento de incomodidad en una redacción.
Durante estos seis años, SonoridadMX ha sido muchas cosas a la vez: un espacio de periodismo que cuestiona la historia de la música, un puente entre creadoras que rara vez son escuchadas, un mapa vivo de las escenas que se mueven fuera de la industria, una casa temporal para proyectos que han tenido que abrirse paso sin el sostén de una industria. También ha sido una herramienta para desmontar inercias: esas que nos dicen quién merece ser nombrada, quién es considerada “pionera”, quién tiene permiso de existir en los libros, a quién se valida desde el canon y quién debe conformarse con el pie de página (aunque ahí fue donde encontré mi nuevo conjunto de referencias).
Lo que inició como una pregunta —¿dónde están las mujeres en la música?— muy pronto se volvió metodología. Un proceso de hacer contraarchivo sin pedir permiso, de revisar genealogías invisibles, de tejer comunidad con quienes llegaron antes y ya no son recordadas, con quienes apenas están imaginando su primer disco, su primera canción, su primera escena. SonoridadMX no sólo ha contado historias: ha funcionado como recordatorio de que existimos, de que siempre hemos estado, de que no se puede hablar de música mexicana sin hablar de nosotras.
Este aniversario llega en un país que continúa ejerciendo violencia contra las mujeres en todos los niveles: en lo cotidiano, en las instituciones, en los escenarios, en los contratos, en la crítica, en los festivales que siempre parecen reservarnos un porcentaje menor o un horario incómodo, en la ruptura de muchas colectivas y la observación de las violencias que todavía no logramos reconocer. Por eso, cumplir seis años también significa resistir seis años. Lo celebro porque en el quinto quise retirarme. Mantener un medio independiente con perspectiva feminista en una industria que rara vez se reconoce machista es un acto que requiere más que constancia: exige convicción, complicidad y un archivo que no deja de ampliarse.
A lo largo de este tiempo, el proyecto ha crecido hacia caminos que parecían imposibles: talleres que han abierto procesos de reflexión y de reescritura personal; investigaciones que sientan bases para políticas culturales; ciclos de cine que abren discusiones sobre quién ha contado la música; colaboraciones con radios, medios y académicas que también creen en el poder de narrarnos desde otras coordenadas, también ha significado romper con las jerarquías que vienen desde ahí. SonoridadMX se volvió semilla y plataforma, pero también comunidad: una que entiende que hacer música, escribir sobre ella y estudiarla es parte de la misma cadena que da valor a nuestra genealogía sonora.
En seis años, las preguntas han cambiado. Ya no se trata sólo de rastrear dónde estamos: ahora necesitamos saber cómo acompañarnos, cómo construir memoria fuera de algoritmos que privilegian el ruido, cómo sostener espacios que no sean absorbidos por la lógica de la industria y las violencias entre nosotras, cómo seguir hablando de música sin abandonar la urgencia política que nos atraviesa.
Hoy, como desde su primer día, SonoridadMX reafirma que la música no sólo se escucha: también se piensa, se escribe, se defiende y se vive en primera fila (si, ahí donde me ven tomando fotos, grabando vídeos o en un costado del escenario con una sonrisota). Que hacer archivo es una forma de cuidado colectivo.
Hace unos días, cuando mi cuenta de IG llegó a 6666, la música Guadalupe Perales me comentó que el 6 es uno de los números más auspiciosos en la cultura china, pues bueno... Cumplir seis años no es cerrar un ciclo. Es pagar un año más del dominio de la página, considerar otras rutas fuera de RRSS, celebrar por primera vez con un evento presencial e iniciar un nuevo calendario de actividades, darle continuidad a la documentación, acompañando y escribiendo a contracorriente en el año 2026.
SonoridadMX nació un 25 de noviembre mientras me invisibilizaban en una estación de radio por internet (ese lunes no me dejaron salir al aire, renuncié el viernes denunciando la violencia), nació para recordar —y recordarme— que cada palabra, cada registro y cada escucha puede ser un acto contra la violencia.
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