Desde 2016, Ruidosa ha buscado construir una industria musical latinoamericana más diversa, equitativa y sostenible. Lo ha hecho a través de festivales, paneles, talleres e investigaciones en la región y en el circuito latino de Estados Unidos, con un propósito claro: promover y celebrar la diversidad de voces de mujeres y personas no binarias dentro y fuera del escenario.
Ese mismo año, la plataforma fundada por Francisca Valenzuela presentó el primer estudio sobre participación de mujeres en festivales latinoamericanos. Los resultados fueron tan contundentes como previsibles: apenas un 9,7% de presencia femenina en los carteles. Ese diagnóstico confirmó lo que se intuía: la exclusión no era casualidad, sino estructura.
Ahora, en 2025, Ruidosa retoma y amplía su investigación, esta vez en alianza con Believe y TuneCore, para mirar no solo a los escenarios, sino también a las estructuras de poder de la industria musical en siete sectores clave: desde la curaduría de festivales hasta sellos, radios, plataformas y agencias de management.
Los hallazgos del Estudio Ruidosa 2025
El análisis —basado en 6.850 presentaciones en 164 ediciones de 60 festivales en Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Perú, Uruguay y el circuito latino en EE.UU.— confirma que la desigualdad sigue siendo la norma:
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72% de los shows fueron protagonizados por hombres: 44% solistas y 28% bandas exclusivamente masculinas.
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19% correspondió a solistas mujeres, mientras que las bandas femeninas apenas alcanzaron el 1,5%.
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Las personas no binarias representaron solo el 1% de la programación.
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En los espacios de mayor visibilidad la brecha se acentúa: solo 14% de los headliners fueron mujeres y menos del 1% personas no binarias.
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Las bandas mixtas, que parecen reflejar diversidad, en realidad están dominadas por hombres: en el 63% de los casos, ellos son mayoría, y más de la mitad incluye solo a una mujer.
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El tiempo no cambia el patrón: entre 2022 y 2024 no hubo transformaciones sustanciales en las proporciones de género.
A nivel comparado, Argentina muestra que la legislación importa: la Ley de Cupo Femenino logró elevar la participación de mujeres por sobre el promedio regional. México, con el mayor volumen de shows, replica el estancamiento, incluso con una creciente presencia de artistas del Norte Global que reduce la visibilidad de lo local. Costa Rica, por su parte, aparece como la escena más masculinizada y dependiente de artistas internacionales.
Brecha de genero y subrepresentacion femenina en la industria musical
Más allá de los números: un llamado a transformar estructuras
Este estudio confirma que “la exclusión de género en la música en vivo no es un accidente, sino una estructura que se reproduce año tras año”. Por otra parte indican que "los datos son más que un espejo: son un mapa que nos muestra dónde están las barreras y nos da la oportunidad de derribarlas”. La investigación no solo evidencia el déficit de inclusión en escenarios masivos, también cuestiona quiénes deciden qué artistas se escuchan, dónde se invierte y quién asciende en la industria. .
Conclusión
El Estudio Ruidosa 2025 marca un antes y un después para la música latinoamericana: entrega evidencia irrefutable de la desigualdad de género en los festivales y en los puestos de liderazgo. También abre la puerta a un debate urgente: ¿seguiremos normalizando escenarios masculinizados o transformaremos, desde políticas públicas, prácticas curatoriales y cultura industrial, el modo en que se construye la música en la región?
Lo que queda claro es que la igualdad en los escenarios no es opcional: es un derecho, y la región tiene la oportunidad —y la urgencia— de garantizarlo.
El Estudio Ruidosa 2025 no solo aporta estadísticas, sino que plantea la urgencia de legislar y generar políticas culturales que garanticen el acceso equitativo a los escenarios, siguiendo los ejemplos de países como Argentina (Ley Mercedes Sosa), Chile (Ley de Cupo) y Colombia (Ley Teresita Gómez).
En un contexto donde iniciativas como la Ley Amparo Ochoa en México permanecen en pausa, este tipo de investigaciones resultan fundamentales para visibilizar la desigualdad y empujar a la industria a una transformación real, sin embargo es necesario empujar la investigación hacia los espacios donde se desarrolla la música, además de señalar los espacios vacíos.
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