Claudia Arellano se describe como multidimensional y “curiosa”, y su trabajo refleja esa versatilidad. Compositora, creadora de música para teatro y exploradora sonora, construye proyectos que cruzan géneros y disciplinas, resignificando tanto el jazz como las narrativas de la vida cotidiana.
Uno de los proyectos centrales en la actualidad para Arellano es Orquídeas, que define como “retratos sonoros de mis bisabuelas o para mis bisabuelas”. La idea surgió en una clase sobre perspectivas críticas de la tecnología musical en la UNAM, donde el trabajo de la fotógrafa Adela Marín, centrado en las herencias físicas y la observación del cuerpo, la inspiró. “Dije, claro, es que somos las herencias de nuestras mujeres que nos forman”, comenta Arellano.
El proyecto implicó una investigación profunda de las historias familiares, muchas veces difíciles de recuperar. “Me di cuenta que tenemos bien olvidadas las historias de nuestras mujeres”, reflexiona. Para reconstruir estos relatos, entrevistó a las hijas de sus bisabuelas y a sus tías abuelas, ya que ninguna de sus bisabuelas vive. La canción Quetita, dedicada a su abuela, ejemplifica cómo Arellano se atreve a crear desde su propia memoria, incluso cuando los recuerdos de su abuela estaban “muy diluidos”.
La artista enfatiza la importancia de su voz en la narración: “Al final sí me tuve que meter, ¿no? Ahora sí que me tuve que meter porque pues sí soy yo la que cuenta la historia”. Así lo demuestra la canción dedicada a Vita, donde decidió relatar la historia de una mujer “chingona” y “valiente”, pese a los comentarios negativos que se puedan escuchar sobre ella.
La construcción sonora de Orquídeas es otro eje fundamental del proyecto. Arellano editó personalmente las entrevistas para capturar sensaciones y paisajes sonoros únicos. En la canción dedicada a Ma Pina, la sensación de pobreza y el ferrocarril se convirtieron en el “paisaje principal” y en el “loop” de la pieza. La colaboración con Alda Arita en la parte audiovisual ha permitido que sonidos e imágenes se entrelacen, enriqueciendo la experiencia sensorial de la obra.
Live looping: un desafío creativo
Arellano también se ha enfocado en el live looping, técnica que considera una de las “grandes herramientas” que ha descubierto en su carrera. “Se lo recomiendo a todos los músicos y a todas las personas”, afirma. Para ella, esta práctica es una “súper manera de estudiar” y de “poner a la cabeza a resolver”.
El live looping ofrece espacio para la improvisación y la experimentación. Arellano lo describe como “armar un rompecabezas armónico y melódico”, donde los errores se transforman en oportunidades: “Te aprovechas del error para hacer una virtud”, comenta, en un proceso que recuerda a la improvisación del jazz.
Un jazz que rompe esquemas
El jazz de Claudia Arellano no busca ajustarse a expectativas tradicionales. Su propuesta integra y fusiona, creando paisajes sonoros en constante transformación. “Mi jazz ya tiene música folclórica, mi jazz ya tiene música contemporánea, me gusta mucho la exploración sonora, me encanta hacer paisajes”, explica.
Para Arellano, el jazz es un movimiento de resistencia. “El jazz está en la cumbia ahorita quizás”, sugiere, explorando géneros como la cumbia y el cabaret, en un ejercicio constante de innovación y resignificación musical que la conecta con Prieta Cumbiera.
Fútbol y feminismo: un espacio en construcción
Más allá de la música, Arellano ha encontrado en el fútbol un espacio de expresión y comunidad. “El fútbol se convirtió en otra en una salida”, recuerda sobre su infancia. Actualmente participa en proyectos como Fuera de Lugar, que visibiliza el fútbol femenil y lo une con la danza en una propuesta de Silvia Abril Guillén.
La artista propone incluso “cascaritas” —partidos informales entre músicas— como una forma de crear comunidad y celebrar el deporte. “Es todo un suceso, es todo una fiesta alrededor de un deporte”, afirma, destacando que el fútbol puede convertirse en un espacio de encuentro tipo jam.
Próximos proyectos: amor y exploración sonora latina
Para el próximo año, Arellano planea continuar con los audiovisuales de Orquídeas y un nuevo disco centrado en el amor. “Me regozaba mucho hablar del amor porque me parecía un lugar muy común”, confiesa, aunque ahora busca explorar este tema desde su propia perspectiva, cuestionando el amor romántico y el parejismo.
En términos sonoros, el proyecto se orientará hacia lo latino, incorporando metales y una “orquestita un poquito más grande”, en un resultado que promete ser “muy sabrosón para bailar”, anticipa la artista.

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