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Sonoridad: Nombrarlas para que no desaparezcan




“Una mujer debe tener dinero y un cuarto propio para escribir”, dijo Virginia Woolf. Pero también necesita memoria: saber que otras estuvieron antes, cantando, componiendo, resistiendo con la palabra.


Hace un año tuve la oportunidad de acompañar la presentación en Clandestina del primer cancionero de la compositora tijuanense Nidia Barajas: Historias, letras y acordes, publicado por Abrecaminos Editora en 2023.


Este cancionero es un archivo vivo, que reúne no sólo letras y partituras, sino también relatos íntimos de dónde y con quién Nidia estaba cuando escribió cada canción. Durante la presentación, acompañada por Leticia Servín, Zeiba Kuicani y Vivir Quintana, conversamos sobre el oficio de componer siendo mujer. Desafortunadamente nadie registró lo que se habló, solo quedan las fotografías. Desde entonces grabo todo lo que se dice en conversas y conferencias, lo que agrega una nueva capa a mi trabajo como periodista todo terreno.


Les compartí que, en mi búsqueda por cancioneros que hablaran de las músicas mexicanas, sólo había encontrado el de Consuelo Velázquez y Natalia Laforurcade. Por eso ese proyecto era tan importante: porque rescataba nuestra historia, nuestras letras, dándoles el peso que merecen. Nidia Barajas dijo algo que me parece fundamental, era un momento importante porque trabajar con otras mujeres músicas es un pilar en su vida.


Más allá del cancionero, está la historia oral y documental como resistencia. En Cantar de fuego, la historiadora Liliana García Sánchez rescata la voz y el canto revolucionario de Judith Reyes, en el libro que ha estado presentado desde el año pasado, muestra a una cantautora que no buscó fama sino justicia, que acompañó luchas sociales y fundó un periódico.


Por otro lado es también en la memoria íntima que se reconstruye la escritura. En su libro Un día contaré esta historia, editado por Grijalbo en el 2025, la compositora y escritora Amanda Lalena Escalante, también conocida como Amandititita, vuelve con honestidad descarnada a episodios de su vida marcada por la pérdida, las adicciones y las traiciones, para transformar el dolor en sanación.


Tres caminos para conocer a nuestras músicas y nombrarlas:

El cancionero que documenta,

la historia que recupera,

y la memoria que reconstruye.


Nombrarlas es impedir que desaparezcan, por eso siempre es importante leerlas, interesarnos por lo que escriben, así creamos nuestra genealogía para combatir la orfandad de género, como la nombra Marcela Lagarde.


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